Ya sea porque no creen “en esto del coronavirus” o porque lo interpretan como una “lección de Dios” para que volteemos a ver lo divino y no lo mundano, algunas personas todavía se permiten darse una escapada a parques y espacios públicos de la Ciudad de México no porque tengan que trabajar, sino para relajarse, sin importar la reciente declaración de la emergencia sanitaria.
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