El comentario de Javier Alatorre es tan estúpido e irracional que uno no puede evitar la sospecha de que hay algo más que cretinismo e irresponsabilidad. Ciertamente, la inteligencia, la preparación profesional, el talento y la cultura no son prendas que distingan a la gran mayoría de los conductores televisivos. Bueno, tampoco la honestidad (¿Le cedemos la palabra a doña María Asunción Arámburuzavala?), y el apego a la verdad y el respeto a sus audiencias. Gran número de estos especímenes carecen hasta de las cualidades elementales para ejercer el oficio: no digamos claridad de pensamiento, uso aceptable del lenguaje hablado, comportamiento formal y decoroso. La voz, que es su instrumento de trabajo, es en muchos casos verdaderamente desagradable, emiten sonidos destemplados y profundamente molestos para el oído humano, y no dudo que para las mascotas del hogar.
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