Hay un cine de vaqueros del lejano oeste, así como hay un cine negro y criminal, y otro de musicales en escenarios de fantasía. Y hay también el gusto de Hollywood por las catástrofes, que ha dado un cine de explosiones termonucleares que borran la vida en la Tierra, tsunamis gigantescos que ahogan a centenares de miles, terremotos que hunden ciudades enteras, y cómo no, el avance letal de los virus que, siendo invisibles, demuestran su naturaleza traicionera atacando a mansalva.
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