Ayer que tembló en México me estuve acordando de mi padre, Cinna, que fue un sismólogo muy distinguido, y pensé en las asociaciones que tengo con los temblores, que me acompañaron tanto a lo largo de mi vida, y que, en su mayoría (no todas, tuve una experiencia aterradora en el terremoto de Caracas de 1967), son buenas. Creo que eso sólo le puede pasar al hijo de un sismólogo.
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