Quienes leen los artículos, las denuncias, las solicitudes de amparo y de suspensión contra el Tren Maya desde las diversas ciudades del país, seguramente imaginan que en la península de Yucatán caminamos por frondosas selvas llenas de animales libres entre la exuberante vegetación y encontramos pueblos mayas que trabajan sus milpas en sus territorios ancestrales, realizan sus rituales y viven en paz.
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