La toma de las oficinas centrales del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (Inpi) por la comunidad otomí de la CDMX exhibe la crisis del neoindigenismo. El neoindigenismo surgió como la forma específica de control de los pueblos indígenas en la época neoliberal. Para implementarlo, sus impulsores echaron mano de dos elementos que ahora se encuentran desgastados: el discurso de una nueva relación, a la que nombraron multicultural, entre el Estado, la sociedad y los pueblos indígenas, que incluía el reconocimiento de algunos derechos de éstos que no afectaran el nuevo ciclo de explotación capitalista, y un paquete de programas asistenciales para calmar el descontento que podía provocar el despojo de los recursos naturales, que era el signo de la nueva etapa de explotación. No es casualidad que los derechos indígenas comenzaran a reconocerse a escala internacional cuando el neoliberalismo sentaba sus reales y en México se incorporaran en la Constitución federal durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, época en que también se incrementó el gasto para los programas asistenciales.
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