En Estados Unidos y en el mundo millones despertamos de una pesadilla infernal de cuatro años caóticos, catastróficos, delirantes. Pero no volvimos a 2015, antes del inefable anaranjado y de la pandemia, cuando al neoliberalismo ya todo le fallaba, pero continuaba reinando sin rivales relevantes. Comparecemos hoy a un mundo de incertezas y desasosiegos, aunque los medios del orbe nos hablan de esperanza. Biden viene de ahí, del corazón del neoliberalismo de Wall Street, palanca y sostén del gobierno de Obama; pero el discurso neoliberal y sus engaños infectos son ahora inservibles. El lobo de Wall Street, con todo, intentará cambiar de piel, sin variar su entraña.
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