Largamente previsto, en función de los pocos e incluso muy polémicos métodos de detención o prevención que utilizó a lo largo de estos meses críticos, el contagio de Covid-19 al presidente Andrés Manuel López Obrador estremeció ayer a un país, no sólo a su clase política, que lleva más de dos décadas con el personaje tabasqueño firmemente asentado en el escaparate mediático nacional y que, con más de dos años en Palacio Nacional, concentra todas las claves y expectativas de poder político, pero no económico ni militar (gulp, ¿el verdadero poder, más ahora?), y habrá de verse si electoral.
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