El pasado fin de semana se inauguró en el municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero, una escuela más de la Universidad para el Bienestar Benito Juárez G. Se formarán ahí ingenieros agroforestales. Es una concreción más del incansable trabajo que llevan a cabo personas bajo la conducción de la doctora Raquel Sosa, una mujer que, una vez más, se entrega a la tarea de construir, desde abajo y con escasos recursos pero con pasión, un sistema educativo popular. Observar el tipo de construcciones que ahí se usarán para el estudio, da acabada idea de la reconocible labor que ese grupo desarrolla. Y es destacable por la adecuación entre las zonas donde se han situado las distintas escuelas y lo que bien puede denominarse como vocación regional de las distintas comunidades que las albergan. No es honorable regatear ejemplaridad a esta misión en movimiento. Tampoco es dable suponer ocultos o posteriores motivos a este incansable trabajo educativo. Suponer, de manera ociosa, desviación alguna de propósitos, escuetos ánimos o dispendio de recursos para llegar a integrar una universidad, con innumerables escuelas por todo el país, requiere de rampante ignorancia o mala fe.
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