Casualmente encontré este 20 de enero un discurso pronunciado hace exactamente 60 años por Fidel Castro desde el balcón del palacio presidencial frente a 20 mil milicianos, que terminaban su entrenamiento, sobre la situación política que se vivía. Varias asambleas populares habían sido realizadas. Cuba armaba al pueblo, la milicia había sido convocada de emergencia frente al inminente peligro de intervención directa. El cambio de administración podría significar una esperanza. Salía Dwight D. Eisenhower, entraba John F. Kennedy. Salía un militarista que consolidó la guerra fría, inició la intervención en Vietnam, concitó golpes de Estado en Colombia, Guatemala, Argentina y sostuvo dictadores como Batista; llegaba un demócrata católico. La increíble similitud del momento y las reflexiones hacen interesante su divulgación en estos momentos.
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