Un fenómeno imprevisible derivado de la pandemia fue el confinamiento. Millones de personas, sobre todo mayores, estuvimos encerrados en casa un año entero, o que generó efectos importantes, la mayoría de carácter mental. Nos acostumbramos al encierro y a los paisajes fijos desde las ventanas, a rutinas cada vez más estrechas, todo por evitar los contagios. Esta prevención creaba en nosotros una incertidumbre, sumada a otras consecuencias de la epidemia. Lo peor: el aislamiento, la falta de contacto que no pudo ser suplida por los medios virtuales, pues éstos podían transmitir imágenes, pero no presencias.
de La Jornada: Política https://ift.tt/3gWGiEC
No hay comentarios:
Publicar un comentario