Durante los meses pandémicos la crítica opositora insistió en recomendar el crédito para aliviar la difícil situación de las empresas. El objetivo era suavizar el efecto causado, tanto en el empleo como en la sobrevivencia de la planta productiva. Parar la economía de sopetón equivalía, según pronósticos alarmantes, bordear un barranco sin fin. Y, en efecto, la caída durante el año pasado fue terrible: menos 8.5 por ciento del PIB. Se perdieron millones de empleos entre los formales y los informales.
de La Jornada: Política https://ift.tt/3fnGhIu
No hay comentarios:
Publicar un comentario