Es un hecho evidente que la militarización, paramilitarización y mercenarización de México durante el sexenio de Felipe Calderón generó una catástrofe humana. Desde entonces, la práctica sistemática y generalizada de la tortura, las ejecuciones sumarias extrajudiciales y la desaparición forzada de personas concitaron la atención internacional, y más recientemente expertos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) han formulado diversas recomendaciones en la materia, pero el régimen de Enrique Peña Nieto ha optado por descalificar y desacreditar a sus críticos. Por ello México es percibido en el exterior como un “Estado forajido”, cuya cúpula se desentiende con desdén del derecho y los tratados internacionales, incluidas las leyes de la guerra.
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