“Dos razones y una sinrazón”. Así anuncié que nombraría mis renglones dedicados a tratar el problema conocido como Aristegui/MVS. Lo hago de entrada para que no me suceda lo de siempre: quedarme a la mitad. Por esta vez desobedezco el ladies first e inicio con la “razón” de MVS. Aprovecho para expresar una duda: ¿por qué la insistencia en referirse siempre como “los Vargas” o la “familia Vargas” en lugar de la empresa MVS? La connotación es totalmente diferente. No la siento de buena fe, la veo como una soterrada gana de incriminación personal y, pienso, no se vale. Menos en estos momentos en que las pieles están más suaves de lo que alguna vez las imaginó François Truffaut.
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