Los señalamientos del canciller José Antonio Meade contra el relator especial de Naciones Unidas sobre tortura, Juan Méndez, son un hecho “gravísimo” que cambia la postura del gobierno mexicano de someterse al escrutinio externo y sigue la tendencia de descalificar las críticas de organismos internacionales para ocultar la crisis de derechos humanos, subrayaron académicos y activistas.
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