Esta es una exhortación piadosa porque no es nada seguro que la oligarquía, que se siente diosa y toma por lo tanto lo que es de Dios y, además, todo lo ajeno, le ceda el gobierno al Peje. En efecto, si bien es cierto que un ala de la clase dominante piensa que lo mejor para ella –no para los mexicanos– sería un gobierno “amoroso” capaz de domar al temible tigre de la movilización popular, el fraude sigue estando en el aire y, con él, la seguridad de que habrá más represión. Es mejor, por consiguiente, no confiar en el poder mágico de un boletín de voto y, en cambio, depender de lo que uno mismo esté dispuesto a hacer junto con sus compañeros y con todos los demócratas y explotados de México para que esa oligarquía largue el botín del gobierno y para que un eventual Pejegobierno tenga un poco de poder y no dependa de sus apadrinadores de la derecha.
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