Son dos realidades. La primera, innegable, es que la violencia criminal ha llegado en México a altos niveles estadísticos y vivenciales que son históricos. La segunda, que esa desbordada violencia secuencial ha sido aprovechada por los opositores al obradorismo para desplegar una campaña que busca mucho más que desacreditar el ejercicio gubernamental, al sembrar desde ahora la desesperada consigna de que el presidente Andrés Manuel López Obrador debe renunciar.
de La Jornada: Política http://bit.ly/2IIafal
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