Es patética la forma en la que Donald Trump y sus asesores pretenden subvertir el fenómeno migratorio mediante decretos arbitrarios que violan acuerdos internacionales, derechos fundamentales y, por añadidura, las propias leyes de Estados Unidos. En un nuevo atenta-do en contra de los derechos humanos, el presidente Trump emitió una regulación para revertir la prohibición para que los menores y las familias de migrantes sean detenidas por un periodo mayor a 20 días. A dicha medida añadió su intención de abolir lo establecido en la enmienda número 14 de la Constitución que señala que “todas las personas nacidas o naturalizadas en Estados Unidos y sometidas a su jurisdicción son ciudadanos estadunidenses y de las entidades en que residen”. Al margen de que ambas medidas están condenadas a fracasar en el momento en que aterricen en el escritorio de algún juez, no son las más pertinentes para desestimular la llegada de migrantes procedentes del sur del río Bravo.
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