El PRI se achica, casi desaparece, pero deja su estilo, su herencia; prácticas en política que tenemos que desterrar lo más pronto posible; pautas de comportamiento que han sido en nuestra vida pública como una segunda piel, arraigadas, naturales, formas de hacer política alejadas de la democracia que ordena la Constitución y contrarias a las reglas éticas que debiéramos tener siempre presentes por patriotismo y dignidad.
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