De donde quiera que haya partido el movimiento Un día sin mujeres –qué tan global es lo de menos– hay que darle la bienvenida. No importa que seamos pocos los que podamos difundir y debatir el tema. Algunas y algunos, en México y probablemente en otros países, sólo esperarán que algo pueda sonar a movimiento (sobre todo si es muchedumbre y no, mejor no, masas organizadas) para hacer cera y pabilo, con justicia o sin ella, de las autoridades en activo.
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