Brasil vive tiempos de tensión creciente e igualmente creciente es la polarización entre gobierno y la verdadera oposición, instalada en los grandes conglomerados de comunicación que obedecen a los intereses de siempre, o sea, de los beneficiados de siempre. Ocurre que esa oposición dispone de un arma efectiva, al contrario de lo que le ocurre al gobierno: la capacidad de manipular y convencer a la opinión pública. La capacidad de los medios brasileños para distorsionar y deformar la información, transformándose en medios de desinformación, es formidable.
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