El nudo no era gordiano pero lo hicimos a golpe de prepotencia y despropósitos. Con la violencia social devenida muerte en Acapulco, no queda sino esperar la prolongación de ambas, violencia y muerte, en escaramuzas cada vez más sangrientas, a la vez que cada día más aisladas de la opinión pública mayoritaria que hasta ahora se ha mostrado lealmente sensible al dolor y la furia de los guerrerenses.
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