Quienes crean que la crítica y la autocrítica son inútiles, o peligrosas, pueden leer los discursos e intervenciones de Lenin después de 1917, ante sus compañeros, en los congresos y plenos del partido y de los soviets. Observarán la rigurosidad de sus análisis, implacables con los errores y desviaciones, intransigentes con sus más cercanos camaradas.
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