Fue una redición plena del boato cetemista clásico: la adoración del presidente en turno, el juramento de alianza proletaria eterna con la banda presidencial o hasta que el sexenio los separe, el traslado asistido de concurrentes al que en el pasado se llamaba acarreo, el tapanco directivo repleto de “personalidades” y la presencia de invitados faranduleros (la presentadora televisiva Laura Bozzo, el obispo emérito Onésimo Cepeda y El Hijo del Santo, por ejemplo).
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