El Fondo Monetario Internacional (FMI), en uno de esos típicos movimientos favorables al capitalismo mundial, quiso imponerle al gobierno mexicano en funciones lo que siempre logró imponer a los gobiernos anteriores: cancelar proyectos estratégicos, como el de la refinería de Dos Bocas, y disminuir el gasto social. El rechazo de Andrés Manuel López Obrador a esa decisión tendría que haber sido evaluado como un acto histórico.
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