La historia del México contemporáneo está marcada por crímenes de Estado y lesa humanidad, como el que se llevó a cabo hace 52 años en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco para aniquilar, literalmente a sangre y fuego, el Movimiento Estudiantil-Popular de 1968. Esta masacre, planeada desde la cúspide del poder político-militar, no ha sido investigada, ni mucho menos sus responsables llevados ante la justicia, a pesar de que, por su naturaleza, estos crímenes son imprescriptibles y no pueden ser objeto de amnistía.
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