Vivimos en una sociedad enferma. Las manifestaciones son muchas. El uso de antidepresivos, ansiolíticos, y los derivados del opio muestran un comportamiento poco habitual. La crisis de la oxicodona en Estados Unidos ha convertido el dolor en un negocio para los laboratorios farmacéuticos. Asimismo, se ha transformado en una epidemia a la cual se unen conductas autolíticas. Autolesionarse resulta una vía de escape para millones de personas en el mundo. El temor al fracaso es una de sus causas más comunes. Los jóvenes y adolescentes se encuentran entre la población más vulnerable. Infringirse daño se transforma en un modo de sentirse libre, de romper ataduras.
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