lunes, 2 de diciembre de 2019

El caso Culiacán fue una verdadera prueba de fuego, admite el Ejecutivo

México aún resiente las consecuencias de que en 2006 se haya adoptado una “irresponsable decisión que condujo a soldados y marinos a una lucha frontal contra la delincuencia organizada bajo la consigna de limpiar, como fuera, con ajusticiamientos, masacres o exterminio”, aseveró el presidente Andrés Manuel López Obrador. Contrastó que su administración, en la crisis de seguridad que se enfrentó en Culiacán, desató acusaciones de los adversarios de debilidad institucional pero se optó por lo más importante: salvar vidas.

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