Un palacio de gobierno resguardado con alambres de púas, una sociedad adolorida por los muertos, los heridos y los presos, pero también el olor del triunfo y el saberse fuer- tes. La imagen de los pueblos y nacionalidades indígenas unidos a los sectores sociales urbanos y la certeza de que sin los primeros no pueden. Y ahora tampoco quieren. Todo esto es parte del Ecuador del post paro nacional que logró la derogación del decreto 883 que, entre otras cosas, incrementaba el costo de los combustibles, haciendo imposible la vida.
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