Leyendo la agraciada novela Los errantes, de la escritora polaca Olga Tokarczuk, ganadora del premio Nobel de Literatura de 2018, he recordado que los museos empezaron siendo llamados gabinetes de curiosidades durante el Renacimiento, que fue cuando nacieron. Se mostraban al público las rarezas y veleidades que la propia naturaleza ofrecía, traídas de lugares remotos cuando los viajes eran una exploración de lo desconocido y no la rutina previsible en que se han convertido ahora.
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